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Miguel Ángel Asturias. No se olvide que el llamado “realismo
mágico”, asociado y difundido mundialmente por la mano
maestra de Gabriel García Márquez —en especial, por sus
obras
Cien años de soledad
(1967),
La increíble y triste historia
de la cándida Eréndida y su abuela desalmada
(1972) y
El
otoño del patriarca
(1975)—, encuentra su antecedente más
señero y claro en
Hombres de maíz
(1949).
No decimos que estos magníficos relatos de García Márquez
sean una translación, ce por be, de la obra de Asturias; ni
mucho menos. Lo que afirmamos y defendemos es que lo
que se denomina “realismo mágico”, o sea, la introducción
del fenómeno fabuloso —de lo excepcional y aparentemente
irreal— dentro de una narración de hechuras y concepción
realista, sin hacer acotaciones ni distingos en la trama, sino
con una naturalidad cotidiana para los personajes y para la
acción relatada, encuentra una de sus primeras y más sólidas
plasmaciones, dentro de la literatura hispánica y del continente
americano, en la obra de Miguel Ángel Asturias.
Más aún, el “realismo mágico” en Asturias presenta una índole
selvática y telúrica que volvemos a encontrar suscitada en la
obra del joven escultor Daniel Salorio. Por tanto, a través de la
obra de un hombre joven, pretendemos desempolvar y poner
en circulación entre los lectores y posibles lectores jóvenes
españoles la obra del ya viejo para muchos —y en absoluto
para nosotros— Miguel Ángel Asturias.
Urge hacerlo ahora que los valores que constituyen lo que se
entiende como “literatura” están siendo menoscabados por
pésimas traducciones y apabullantes “lanzamientos” sin más
mérito que el mercantil. Urge hacerlo también para recuperar,
por medio de Asturias, a todo ese puñado de grandes narradores
y cuentistas de América, que renovaron y vivificaron la lengua
y la cosmovisión hispánica, los novelistas indigenistas, y urge
hacerlo por la defensa de nuestra lengua común y por un
hondo compromiso con los lectores venideros.
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